Tercer premio: XII Certamen Internacional de Microrrelatos Cardenal Mendoza 2023
UNA NUBE BUENA
Cada atardecer Eusebio cogía el carro, ponía los cubos vacíos y se iba al descampado. Allí, le esperaba su nube particular. Una nube buena. Eusebio chasqueaba sus dedos y la nube soltaba agua de lluvia. Cuando los cubos estaban llenos, Eusebio los montaba de nuevo en el carro y regresaba a su casa.
Si la nube estaba estreñida, Eusebio le contaba historias tristes, las más tristes de la historia y la nube, sensible ella, comenzaba a llorar y a llover.
Un día casi imposible, Eusebio recibió, al fin, el beso de Ramona y, como cada atardecer, fue al descampado. La nube no oía el chasquido de los dedos de Eusebio porque el desaforado latir de su corazón pillado se comía el silencio. La nube comprendió y actuó en consecuencia. En lugar de soltar agua, soltó brandy de Jerez. La ocasión, bien lo merecía.
Elena Olivella