Montecristo No. 1 y Cardenal Mendoza Carta Real

08 November 2019
La sinfonía de sensaciones, sabores y aromas que se perciben en el maridaje del Montecristo No. 1 y el brandy Cardenal Mendoza Carta Real es absolutamente grata para degustar el habano en medio del conjunto con el jerezano de 25 años de añejamiento.
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Por Ángel García Muñoz

Uno de los cigarros más clásicos del vitolario de Habanos como es el Montecristo No. 1, con sus 165 milímetros de longitud y su cepo 42 de calibre mediano, hacen que las tendencias de los cepos mayores queden en segundo plano gracias a la gestión de la fumada de este cigarro cubano con fortaleza y carácter.

De capa colorada clara, los aromas que emite nuestro Montecristo antes de ser encendido ya nos ponen en línea con lo que será la fumada gracias al olor terroso que hago coincidir con el mismo olor a madera vieja y tonos pasificados del brandy jerezano de las bodegas Sánchez Romate.

Después de encender y aspirar varias veces el cigarro de vitola de galera Cervantes, y cuando ya disponemos de los buenos rastros del tabaco en boca, mezclo el Cardenal Mendoza Carta Real, con sus 25 años de envejecimiento, que gracias a la permanencia en botas de oloroso viejo y a la procedencia de sus uvas de Pedro Ximénez ofrecen no ya un contraste sino un verdadero abrazo de sensaciones.

Los toques dulces y la redondez del brandy de Jerez se amoldan bien a las papilas mientras seguimos con las aspiraciones del habano que ya en el comienzo del segundo tercio han hecho aparecer las notas picantes características del tabaco negro cubano.

El Montecristo No. 1 nos ofrece a lo largo del maridaje algunas puntas de tipo amaderado que se combinan bien con el paladar redondo, suave y persistente del brandy perviviendo en boca el conjunto de sensaciones de tabaco con el alcohol, que suele sobresalir mucho en los brandis dulces, y aquí está muy integrado mostrando una calidez armónica.

Ya comenzado el tercer tercio de nuestro Montecristo, la pujanza de los sabores del tabaco y la sensación en boca donde se mezclan los rastros pasificados del brandy con un gusto perfectamente redondo, suave y duradero, hacen las delicias de este maridaje.

 

Fuente: Pasión Habanos