Filling the Cup at Bodegas Romate
Llenando la copa en las bodegas Romate: Visitando la morada del brandy Cardenal Mendoza.
Jacarandas, palmeras y naranjos delinean las calles de Jerez de la frontera, cuna de los vinos de Jerez y morada del brandy Cardenal Mendoza.
Date un paseo por la frondosa Calle Porvera, sobre su alfombra purpura de pequeños pétalos de jacaranda yaciendo bajo tus pies y, antes de darte cuenta, estarás frente a las Bodegas Romate, un intrincado complejo de bodegas de vino, habitualmente alejadas del mundanal ruido por sus rosadas y purpureas paredes portadoras de buganvillas colgantes.
En su interior, la pócima mágica del brandy Cardenal Mendoza se revela. Un elixir que reposa allí, en silencio, durante décadas antes de embarcarse en un viaje sin retorno para ser disfrutado en más de 50 países.
Para poder comprender los brandies de Romate-Cardenal Mendoza, Carta Real y el mítico Non Plus Ultra-se deben conocer también sus vinos de Jerez, ya que de ellos provienen sus ligeras notas dulces. Esto se debe a que sus brandies envejecen en botas de roble americano que contuvieron previamente vinos de jerez Pedro Ximenez y Oloroso.
Antes de ser confinada en esas bodegas cavernarias, la uva pedro ximenez se deja al sol para que se seque como una sultana, incrementando así,de forma natural, su concentracion de azucar hasta alcazar un nivel de dulzor semejante al de Taylor Swift.
Aplasta esas uvas pasas andaluzas e introduce su jugo en barricas de roble americano durante cinco años y obtendrás, como resultado, un vino denso y suave como la seda, perfecto para aderezar helados e ideal para infundir al brandy los más profundos aromas, colores y sabores, haciendo del Brandy de Jerez algo único e inimitable.
Más autentico, si cabe, es degustar esos sherries y brandies directamente de la bota, vertiendo el espectro de colores en tu copa con una varita mágica que ellos llaman Venencia, un artilugio curvo que se introduce en la barrica para extraer el vino suficiente para rellenar dos expectantes copas.
En ese instante, podrías recitarle a tu venenciador, como aquí se le llama, lo que dijo el viejo poeta Omar Khayyam,
Vamos, llena tu copa y,al fuego de la primavera,
arroja tu ropa invernal de arrepentimiento:
El pajaro del tiempo vuela sólo en un sentido
y, ya¡ El pajaro esta volando¡
Pero, aunque el tiempo vuele, en las bodegas Romate no hay prisa.
Los únicos ingredientes del Brandy Cardenal Mendoza son uvas airén destiladas y tiempo, mucho tiempo.
Se usan alambiques en el proceso de destilación, y el producto final es enviado a las botas de roble americano, donde permanecerá al menos quince años antes de ser embotellado.
Hablamos de quince largos años de infusión, evaporación y concentración a través de un sistema de envejecimiento dinámico, denominado "solera y criaderas", en el cual el brandy pasa por 8 botas diferentes- barricas de crianza podríamos llamarlas-antes de alcanzar la solera, la hilera de botas a ras de suelo, de las que se extraera el elíxir final para ser embotellado.
El resultado final de este laborioso proceso consigue que la energía consumida y el tiempo empleado hayan valido la pena: las barricas derramaran un brandy color caoba y ligeramente dulce, originario de Jerez y sólo de alli.
Es una bebida poderosa que debes tratar con delicadeza en vuestro primer encuentro.
Del mismo modo que harías con un vaso de whisky, es aconsejable que lo adviertas desde una distancia prudencial, y que acomodes tu lengua para degustar los cuarenta grados de alcohol tomando un par de pequeños sorbos antes de dejarlo aletear libremente por tu boca para poder, así, disfrutar de los matices provenientes de años de maduración.
Haz esto y podrás apreciar su aroma a ciruelas y su sabor a uvas pasas, así como el empuje de su alcohol acolchado por la persistente dulzura de la uva pedro ximenez.
Haz esto y desearas probar el Cardenal Mendoza Carta Real, doblemente sabio y, naturalmente, anhelaras probar el hermano mayor, el Non Plus ultra, de cincuenta años de vejez; una gota caoba osucra como ña noche, endulzada por el pedro ximenez y tan suavizada por los años que sus 45 grados de alcohol permanecen ocultos a los sentidos mientras navega por tu ensalivada boca.
Haz esto y echaras en falta Jerez, aunque nunca hayas estado alli; querrás ser envuelto por su brisa citrica y sumergirte bajo sus tonos rosados y purpuras. Echaras en falta el aroma floral a vino que se escapa por las enormes ventanas de sus bodegas y recordaras las tardes de tapas "al fresco “compartidas con amigos, familia y amantes.
Todo esto recordaras con un simple sorbo de una copa de sherry o brandy.
